La práctica de Rüedi está profundamente implicada con la materialidad de la pintura, hasta el punto de que ha creado sus propias fórmulas para la imprimación y los pigmentos. Después aplica la pintura con aerógrafo, creando muchas capas con diferentes niveles de transparencia, que a veces dan la sensación de que algunos elementos están encapsulados. Su uso del instrumento varía de una zona a otra del lienzo: en algunas cubre grandes secciones de manera uniforme, en otras da un efecto de pulverización, mientras que algunos segmentos evidencian un control muy cuidadoso, aunque indulgente, del aerógrafo. Con este último, produce pequeños gestos, casi dibujos, que operan en tensión entre la abstracción, la figuración y signos escritos que uno no puede comprender del todo -casi como si fueran un sistema pictórico de escritura, un código cuyo contenido uno ignora pero que puede aspirar a dilucidar.
Junto con el énfasis en la materialidad, Rüedi también está profundamente preocupado por los sistemas de significación, ya sean visuales, lingüísticos, conceptuales o de otro tipo.
Su obra examina el momento en que un proceso de significación se tambalea, debido a la continua ambigüedad o a que el sistema de comunicación se vuelve insuficiente. De ahí que su estratificación sea también conceptual.
es a la vez parte de una composición visual y una sugerencia de significado velado.
En la obra de Rüedi hay varios sistemas en juego y, por tanto, esferas en las que se pueden leer las obras: sistemas de signos, de pensamiento, de información, biológicos, del sistema nervioso, planetarios y del universo como un sistema cerrado, pero siempre en movimiento.